Los berserker eran guerreros vikingos, adoradores de Odín,
que combatían semidesnudos, cubiertos de pieles. Entraban en combate
bajo cierto trance de perfil psicótico, casi insensibles al dolor,
fuertes como osos o toros, y no había
fuego ni acero que los detuviera. Se lanzaban al combate con furia ciega, incluso sin armadura ni
protección alguna; hasta se ha testimoniado el caso de que se lanzaban
al agua antes de tiempo desde un drakkar (embarcación de casco trincado, entre los años 700 y 1000, utilizada por los escandinavos, sajones y vikingos) y se ahogaban sin que nada se pudiera hacer.
Su sola presencia atemorizaba a sus enemigos e incluso a sus compañeros
de batalla, pues en estado de trance no estaban en condiciones de
distinguir aliados de enemigos.
Existe la teoría de que su resistencia e indiferencia al dolor provenían del consumo de hongos alucinógenos, o por la ingesta de pan o cerveza contaminados por cornezuelo del centeno, precursor del LSD. Los vikingos consumían cerveza con beleño negro,
planta alucinógena. El beleño produce
una sensación de gran ligereza, parece que uno pierde peso. Por otra
parte, la belladona causa furia y violencia; los alcaloides de esta planta son altamente tóxicos y pueden ocasionar el coma o la muerte.
En la sociedad vikinga, los berserkers eran admirados,
respetados y buscados como mercenarios, piratas e incluso soldados
reales, aunque eran difíciles de controlar. Sin embargo, para la gente de a pie, representaban la locura y perversión sexual.
El final de esta raza de guerreros,
llegó con el cristianismo, que al
enterarse de las espeluznantes metamorfosis de los Berserkers,
lanzaron una letal campaña de difamación. Se los acusó, de pactar con el diablo. Fueron recluídos por la sociedad,
tenidos por locos, y pronto fueron barridos de los ejércitos y las
cortes. Algunos reyes los conservaron a modo de mascotas.
Fuentes: Wikipedia
