Mostrando entradas con la etiqueta Asesinato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Asesinato. Mostrar todas las entradas

domingo, 27 de septiembre de 2015

LA LEYENDA DE LA TORRE MALMUERTA

 
La Torre de la Malmuerta, Barrio de Santa Marina
   En la ciudad de Córdoba, encontramos una Torre en el barrio de Santa Marina, construida a principios del Siglo XV.
De planta octogonal u ochavada, la torre se apoya en un arco que corta la muralla que va a descansar en la Puerta del Rincón. Bajo el arco se pueden observar las armas reales y una inscripción casi borrada que ha dado pie a una de las leyendas existentes sobre esta torre. Está construida con piedra de cantería.


      Esta torre tiene una historia que, a través de los siglos, se convirtió en leyenda. A principios del siglo XV, habia un caballero del linaje de los Gómez de Figueroa, que se enamoró de una joven que podría haber sido su nieta. Muchos le aconsejaron que se olvidara de la doncella, pero el caballero no podía olvidarse de ella. La joven se llamaba Clara de Herrera,  era muy bella, noble y caritativa.

       El caballero, al final, le propueso matrimonio y ella aceptó. Mucha gente crítico este compromiso, y muchos afirmaron que el único motivo que tenía ella para aceptar, era por puro interes, para el día de mañana heredar todas las propiedades de este.

      Muchos hombres, intentaban acercase a la joven, con la idea de que, cuando el señor falleciera, conseguirla a ella y toda su fortuna. El caballero se daba cuenta de las intenciones de estos, y por ello sufría, aunque ella no le daba motivos para ello, llegó a obsesionarse. Clara, para evitarle ese sufrimiento, limitó sus salidas a la calle, y si lo hacia era siempre acompañada de su esposo. Como consecuencia, también dejo de asistir a las actividades de asistencia para los más necesitados, así que, les dijo que a partir de entonces, tendrían que acudir a la reja de la casona que tenía en el barrio de Santa Marina, para que estos pudieran recibir las ayudas que precisaban.

      Aun así, Clara no conseguía calmar a su esposo, que cada vez iba perdiendo más la cabeza, hasta el punto de sospechar de los propios mendigos, que utilizaban la caridad de su esposa para acercarse a ella e intentar cortejarla. 

      Al final, el esposo, decidió acudir a una hechicera que vivía en la judería cordobesa. La hechicera le escuchó y tras unos rituales, le preparó una bebida que, según ella, le ayudaría a ver lo que realmente pasaba. Después de tomarla, el caballero entró en una especie de trance y tuvo una visión, donde vio a su esposa yaciendo en su cama con otro hombre. Sin mediar palabra, se dirigió veloz a su casa, fue directo hacia ella, y sin decir nada, empezó apuñalarla hasta matarla. 

        Fue apresado, pero debido a su linaje, sólo el rey Don Enrique III de Castilla podía juzgarle. Durante el juicio, fueron muchos los testigos los que hablaron a favor de Doña Clara, y que nunca dio motivos ni señales de ninguna traición. Ante estas declaraciones, el rey, sólo pudo sentenciar que la joven había sido asesinada sin ningún motivo, que fue "malmuerta" y el caballero fue condenado a estar encerrado para siempre y tenía que restaurar la memoria de su esposa.

      El rey le obligó a vender todas sus propiedades, derribar la casona donde se cometió el asesinato y construir, en su lugar, una torre que se llamaría “la Malmuerta”, y purgar su pena en la torre hasta la muerte. La hechicera, fue sentenciada a morir en la hoguera. Pero cuando los albañiles iban a levantar la torre, se dieron cuenta de que quedaría situada varios metros fuera de las nuevas murallas.

      Al final, construyeron la torre en el lugar exacto, conectándola a la muralla por un arco de medio punto. Se edificó la torre albarrana (situada extra muros) que ha pervivido a la demolición de las murallas de Córdoba en el siglo XIX. Se cumplió así la sentencia regia de perpetuar para siempre la memoria de Clara Herrera, “La Malmuerta”.

Fuentes: Wikipedia, España Fascinante


lunes, 3 de agosto de 2015

EL LAGO DE TARAVILLA

         Era por el siglo XVI, en un día tormentoso, apareció en una posada, un caballero bien vestido. El posadero le abrió la puerta y le indicó dónde estaba la lumbre para que pudiera secar sus ropas. Como la tormenta no cesaba y la noche se echaba encima, decidió alojarse allí; mandó que le prepararan una buena cena y una habitación para dormir.

          El Posadero, observando la buena calidad de las ropas del caballero, pensó que se trataba de alguien con mucho dinero, así que, decidió robarle el dinero. Le sirvió la cena lo más rápido posible, y sin cambiar palabra con él para que ,sin ninguna distracción, se retirara inmediatamente a su aposento.. El dueño de la posada, se despidió para acostarse, se metió en su cuarto, buscó un afilado cuchillo, y con gran agitación esperó a que su huésped estuviese acostado.

          Esperó a que el huésped se durmiera, permaneciendo atento a cualquier ruido, y cuando se aseguró de que el caballero ya estaba dormido, se dirigió a su dormitorio, abrió con cuidado la puerta, se lanzó sobre la cama y clavó repetidas veces el arma sobre el infeliz. El asesino cuando comprobó que el hombre estaba muerto, registro sus ropas, hallando en ellas varias bolsas de oro.

          El posadero, satisfecho de si mismo, contó las monedas una y otra y vez, a continuación las escondió, metió a la víctima, en un saco lleno de piedras y cosido, lo cargó y lo llevó a la laguna de Taravilla, la cual creen sin fondo y comunicada con la Muela de Utiel por abismos subterráneos.

          Cuando volvió a la posada, limpió y se deshizo de cualquier rastro del caballero, se acostó satisfecho y durmió toda la noche. Al día siguiente, no encontró el cuchillo, y temió de que se lo hubiera dejado clavado en el cadáver, ya que el arma llevaba grabada en la hoja su nombre y apellidos. Intentó tranquilizarse pensando que no había forma humana de que alguien llegara al fondo del lago y lo encontrara. 

         Pasaron los meses, y el posadero seguía con su vida. Pero un día, fuerte temblor de tierra se dejó sentir en la comarca, abriendo las entrañas de la Muela de Utiel, lo que hizo que bajaran las aguas del lago de Taravilla, hasta el punto de que el lago quedó seco. Ante tal acontecimiento, toda la población de alrededor, se acerco al lago para verlo. Uno de los curiosos, se fijo en un saco abierto, se acercó y vió un cadáver con un puñal en la mano, ese puñal llevaba el nombre del posadero grabado. La noticia se divulgó rápidamente, y el asesino al verse descubierto, antes de ser detenido, se ahorcó de una viga.

        Semanas más tarde las aguas comenzaron a llenar de nuevo el lago. Desde entonces se ha repetido varias veces el fenómeno, y los vecinos creen que las aguas se retiran cuando el lago esconde algún secreto, y vuelven a aparecer cuando se le ha dado al cadáver cristiana sepultura.
Lago de Taravilla
 Fuentes: Tierra de Leyendas