domingo, 6 de marzo de 2016

ATALANTA

     Según la mitología griega, Atalanta es una heroína consagrada a Artemisa y reconocida por sus inmejorables habilidades para la caza. 

     Descienden de Árcade y de Clímene. Para Eurípides y otros, su padre era Ménalo. Sin embargo, la versión más difundida, por Hesíodo, es en la que Atalanta es hija de Atamante y Temisto, gracias a lo cual se la relaciona con la cultura beocia.

     Según cuenta la historia, el padre de Atalanta solo deseaba hijos varones, y al nacer ella, la abandonó a su suerte en el monte Partenio. Allí, fue criada por una osa que la cuidó y la amamantó, hasta que unos cazadores la encontraron y decidieron criarla.

     Cuando creció, Atalanta decidió no casarse nunca y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería y los montes, Artemisa, a quien emulaba con sus acciones. Además, un oráculo le predijo que el día en que se casara sería convertida en animal. Por ello, para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquél que lograra vencerla en una carrera; por el contrario, si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Aun cuando Atalanta concedía ventaja a sus rivales al comienzo de la competición, ella siempre vencía y les daba muerte. Así que, Atalanta vivía en el bosque y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.

     Se enfrentó a muchos peligros, como cuando dos centauros (Reco e Hileo) quisieron violarla, pero pudo defenderse y los mató con sus flechas. Su fama se difundió sobre todo después de participar en la cacería del Jabalí de Calidón y de ser la vencedora en la carrera de los juegos fúnebres que organizó Peleo, padre de Aquiles, en honor de su difunto hijo tras la Guerra de Troya.

     Pero un día, apareció un joven llamado Hipómenes, que consiguió obtener la mano de Atalanta gracias a un truco: llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, y que procedían del jardín de las Hespérides. Cada vez que la joven iba a darle alcance en la carrera, Hipómenes dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger hechizada por su mágica belleza. Mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven logró llegar antes a la meta.

     Así fue como Atalanta, presa de sus propias palabras, se casó con Hipómenes. La pareja, muy enamorada, vivió feliz durante un tiempo, compartiendo cacerías y hazañas. En una de estas ocasiones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Cibeles, dando rienda suelta a su amor. Cibeles montó en cólera ante el sacrilegio y los transformó en dos leones. Después, los ató a su propio carro para que tiraran de él.

     Atalanta dio a luz un hijo, Partenopeo, que participó en la primera expedición de Los Siete contra Tebas. Otras tradiciones afirman que este niño no fue fruto de su matrimonio, sino que fue hijo del dios Ares, o de Meleagro durante la cacería del Jabalí de Calidón.

     Varios mitógrafos, como Apolodoro, la incluyen entre los Argonautas, el grupo de héroes que partió en un difícil viaje en busca del vellocino de oro. Ella sería la única mujer que participó en esta travesía.

     En Epidauro estaba la fuente de Atalanta, de la que se decía que brotó en el instante en que la joven golpeó la roca con su jabalina en una cacería durante la que tuvo sed.