miércoles, 1 de julio de 2015

EL SILLÓN DEL DIABLO

         La leyenda de se remonta al año 1550, cuando se fundó la primera cátedra de anatomía humana de España en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, dirigida por Alonso Rodríguez de Guevara, quien llevó a cabo las primeras disecciones humanas en España, gracias a un permiso real. 

       Andrés de Proaza era un portugués de 22 años que ansiaba el doctorado. Pero no era bien visto allí, ya que era judío, y según unos rumores, también era nigromante. Se decía que tenía un sótano por el que se veían unas misteriosas luces durante las noches, se oían lamentos y que las aguas del río Esgueva, que en ese entonces pasaba por allí, bajaban tintas en sangre.

       Durante esa época, desapareció un niño de nueve años. La gente decía que la ultima vez que se vio al niño, era cerca de la casa del "nigromante". Los hechos se pusieron en conocimiento de la autoridad competente, y cuando inspeccionaron en el sótano, tal como se esperaba, encontraron el cuerpo de la criatura.

       Andrés de Proaza declaró que la única forma que él tenía de poder estudiar las enfermedades y el dolor era practicando la vivisección, esto es la disección de animales vivos con el fin de hacer estudios fisiológicos o investigaciones patológicas. Un hombre que hizo suya la frase de "el fin justifica los medios" en pos del conocimiento y la ciencia.

       La relación que todo esto tiene con el sillón maldito, que terminó siendo el recuerdo tangible de todo aquel horror en Valladolid, es que una vez que Andrés de Proaza fue condenado a morir en la horca, éste confesó que jamás había practicado la hechicería, sino que un brujo de Navarra le había obsequiado un sillón, por haberlo protegido en su casa. Según él, cualquier persona que se sentase tres veces en él y que no fuese médico moriría, como así también quien intentase destruirlo, pero nadie le escuchó.
El Sillón del Diablo
        Fue ejecutado y sus bienes embargados. Tres subastas fueron hechas para repartir sus pertenencias, pero por su mala fama nadie quiso comprarlas y finalmente fueron destinadas a la Universidad que se hizo cargo del lote, entre los cuales estaba el 'sillón maldito.'

         Un bedel, rebuscando en el trastero encontró el sillón y lo utilizó para descansar durante las clases. A los tres días, lo hallaron muerto como si se hubiese quedado dormitando, pero nadie lo atribuyó a la maldición del Sillón. El empleado que sustituyó al fallecido, también falleció al poco tiempo, y fue entonces cuando la advertencia de Andrés de Proaza empezó a calar en la gente, hasta tal punto, que se decidió colgarlo del techo de la sacristía de la antigua Universidad de Valladolid, hasta el año 1909 en la posición anteriormente citada, patas arriba, a una altura mayor a la de un hombre y sujeto con dos abrazaderas de hierro para que nadie, jamás se pudiese sentar en él.

        Cuando se derribó el edificio histórico de la Universidad, fue trasladado al Museo Arqueológico de Valladolid. Con motivo del sexto centenario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid formó parte de las piezas que se mostraron en una exposición conmemorativa en el Museo de la Universidad de Valladolid, cuando este museo estaba situado en el Palacio de Santa Cruz.

Fuentes: Wikipedia, www.pasarmiedo.com