miércoles, 1 de agosto de 2018

LEUCÓTEA

     En la mitología Griega Leucótea era uno de los aspectos bajo los que conocía a una antigua diosa del mar. Las fuentes mitológicas coinciden en que fue una ninfa transformada.

     En la variante más familiar, Ino, la hermana de Sémele y esposa del rey Atamante, se convirtió en diosa después de que Hera la volviese loca como castigo por cuidar del recién nacido Dioniso. Ino saltó al mar con su hijo Melicertes en sus brazos. Por pena, los dioses olímpicos hicieron a ambos dioses del mar, transformando a Melicertes en Palemón, patrón de los Juegos Ístmicos (llamados así porque se celebraban en el istmo de Corinto, en honor de Poseidón), y a Ino en Leucótea.

      En la versión de Rodas, la mujer que se arrojaba al mar y se convertía en Leucótea era Halia, una ninfa local y una de los telquines originarios de la isla que sucumbió a Poseidón, criado en la isla. Halia tuvo con él a Rodo y seis hijos. Afrodita hizo que éstos enloquecieran y violasen a su madre como venganza, por lo que fueron confinados bajo tierra por Poseidón.

     En la Odisea, Homero relata que Leucótea salvó la vida de Odiseo después de que Calipso le dejara regresar a su casa en una balsa. Poseidón, la hizo añicos, hundiéndose el héroe por el peso de las ricas ropas que llevaba. Pero consiguió quitarse la ropa y salir a la superficie. Allí le esperaba Leucótea, convertida en gaviota, en alcatraz o en mergo para despistar a Poseidón. Entregó a Odiseo un velo mágico que, atado a su cintura, le libraría de ahogarse si volvía a sumergirse. Odiseo le obedeció y, se alejó nadando del lugar, lo que hizo que Poseidón no pudiera localizarle. Con ayuda de Atenea, que amansó los vientos, Odiseo logró nadar hasta la isla de los feacios.

     Leucótea tenía sus altares junto a los de Poseidón, siendo el principal el de Corinto. Tenía un santuario en Laconia donde contestaba las preguntas de la gente sobre sus sueños, siendo ésta su forma de oráculo. Puede comparársela con la etrusca Losna.

     Los romanos la adoraban con el nombre de Matuta, y acudían al templo que tenía dedicado en Roma para rogar por los hijos de sus parientes, nunca por los propios, pues Leucótea fue violada y humillada por sus hijos antes de ser inmortal. La entrada en el templo estaba reservada a las matronas romanas, prohibiéndosela a las esclavas bajo pena de muerte.

Fuente: Wikipedia