La Empusa es una criatura fantástica del folclore griego antiguo, identificada a veces con Lamia, y al igual que ellas, se las considera las precursoras de las leyendas de vampiros, ya que, se dice, chupan la sangre de los jóvenes para adquirir consistencia y vitalidad. Sólo así se liberan de su propio horror consistente en saber que no son nada más que un vacío revestido de apariencias quiméricas y cambiantes, ya que al parecer podían cambiar de forma a voluntad.
En las Ranas de Aristófanes aparece como guardiana del Hades. Asociada a la diosa infernal Hécate, tiene el don de cambiar de forma, adoptando apariencia de animal doméstico (perro, vaca) o de bella hetera (era el nombre que recibían en la antigua Grecia las cortesanas, es decir, una forma de compañía sofisticada mezclada con prostitución). Cuando se hace pasar por mujer, se la reconoce porque una de sus patas es de bronce (uno de los personajes de Aristófanes añade, quizá bromeando, que la otra de "excremento de vaca"). Le agrada merodear por parajes desiertos, sobre todo cuando hay luna llena.
En la Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato
(160-249) una empusa toma forma humana para seducir a un joven
estudiante de filosofía, Menipo. Por fortuna, Apolonio se ocupa de
desenmascararla y ella acaba admitiendo que se dedica a cebar a jóvenes
ardientes e ingenuos para, después de acostarse con ellos, beber su
sangre y devorarlos. Ese episodio de la Vida de Apolonio, conocido como La novia de Corinto, ha inspirado a varios autores, como John Keats. Este último le dedicó uno de sus poemas narrativos, Lamia.
Poco a poco, Empusa fue perdiendo todo rasgo humano. Las leyendas
afirman que solo se deja ver cuando hay luna llena, momento en el que
recorre los montes y ciertos parajes deshabitados en busca de víctimas
humanas o animales; casi siempre bajo la
forma de un lobo.
Solían frecuentar las encrucijadas para conseguir sus presas. Este dato nos hace pensar que el mito de Empusa se había vuelto irreconocible: Apolonio desenmascara a Empusa
mediante la palabra, el razonamiento y la observación crítica, pero en
la época de sus andanzas rurales bastaba un insulto apropiado para
ahuyentarla.
El cineasta F. W. Murnau hace un guiño a los conocedores del mito en su película Nosferatu, el vampiro: el velero que trae al conde Orlok a Alemania se llama Empusa.