En la mitología griega, Lirco era un rey de Lirceo (Argólida), ciudad a la que dio nombre y que antes se llamaba Lincea en honor a Linceo (uno de los hijos del rey Egipto), que se había refugiado allí después de haber sido salvado por Hipermnestra (una de las hijas de Dánao).
Era un hijo natural de Abante, o de Foroneo y Laódice. Fue enviado por su padre en busca de su hermana Ío, que había sido amada y metamorfoseada en vaca por Zeus para ocultarla de su esposa Hera. Al no encontrarla, Lirco se negó a volver a casa de su padre sin ella, y se estableció en Cauno (ciudad de la costa sur de Caria, Anatolia), donde se casó con la hija del rey, Hilebia y recibió de su suegro la mitad del reino como dote.
Pasaron los años, y Lirco estaba empezando a preocuparse porque no tenían descendencia. Preguntándole a un oráculo sobre el tema, éste le contestó que de la siguiente unión que tuviera con una mujer nacería un niño, por lo que Lirco inició el viaje de regreso a su hogar.
Pero al hacer escala en la ciudad de Bubasto (antigua ciudad egipcia), su rey, Estáfilo, lo emborrachó y, conociendo la respuesta del oráculo, introdujo en su lecho a su hija Hemítea. Hemítea estaba conforme, pues, al igual que su hermana Reo, se había enamorado de él.
Cuando Lirco despertó y se dio cuenta de lo que había pasado, se lamentó profundamente, pues amaba a su mujer y deseaba tener un hijo con ella. Pero aun habiendo sido víctima de un engaño, no quiso faltar a su deber como padre y le regaló a Hemítea su cinturón, para que su futuro hijo pudiera ser identificado como tal cuando llegara a adulto.
Al regresar a Cauno, su suegro ya se había enterado de la aventura y le expulsó del reino. Sin embargo su mujer, perdonándole, no quiso separarse de él y le acompañó en su destierro.
Lirco consiguió recuperar el trono después de iniciar una guerra civil. Le sucedió Basilo, el hijo que había tenido con Hemítea.
Fuente: Wikipedia