lunes, 7 de enero de 2019

ATE

Rinaldo Carnielo (1853-1910)
     En la mitología griega, Ate, Até o Atea era la diosa de la fatalidad, personificación de las acciones irreflexivas y sus consecuencias. Se hacía referencia a los errores cometidos tanto por mortales como por dioses, normalmente debido a su exceso de orgullo, que les llevaban a la perdición o la muerte.

     En su Teogonía, Hesíodo afirma que la madre de Ate es Eris (Discordia).

     En La Ilíada, Homero dice que Ate es la hija mayor de Zeus. Instigada por Hera, usó su influencia sobre Zeus para que éste jurase que el día que naciera un mortal descendiente suyo, éste sería un gran gobernante. Hera inmediatamente retrasó el nacimiento de Heracles y provocó el de Euristeo, logrando así que éste obtuviese el poder destinado al primero. Encolerizado, Zeus arrojó a Ate a la tierra para siempre, prohibiendo que volviese al Olimpo. Ate vagó por el mundo, pisando las cabezas de los hombres en lugar de la tierra, provocando el caos entre los mortales.

     También en la Ilíada se refiere Fénix a la Ate, al hablarle a Aquiles diciendo, que es importante entregarle a Ate ofrendas, que la previenen y la alejan.

     Las Litaí (‘oraciones’) iban tras ella pero Ate era rápida y las dejaba muy atrás.

     Apolodoro, afirma que cuando fue arrojada por Zeus, Ate cayó en una montaña de Frigia, que fue bautizada con su nombre. Más tarde Ilo, persiguiendo una vaca, fundó allí la ciudad de Ilión, esto es, Troya.

     En las Dionisíacas de Nono, Hera incita a Ate para persuadir a Ámpelo, un joven a quien Dioniso amaba apasionadamente, para que impresionase a éste cabalgando un toro. Ampelo acabó por caerse del mismo, rompiéndose el cuello, siendo entonces transformado en vid.

     En las obras de escritores clásicos Ate, venga los actos malvados e inflige justos castigos a los delincuentes y su posteridad, de tal forma que su personalidad es casi la misma que la de Némesis y las Erinias

     En Julio César Shakespeare presenta a Ate como una invocación de la venganza y la amenaza. Marco Antonio, imagina al espíritu de César, pidiendo venganza, con Ate a su lado, "llegará ardiendo del Infierno, gritará en estos confines con voz de monarca “¡Caos!” y soltará los perros de la guerra".