Balder o Baldr, era hijo predilecto de Odin y de Frigg, de gran belleza, sus cabellos eran de un blanco
prístino, sabio y elocuente.
Habitaba en la morada celeste llamada Breidablik, en un lugar donde
nada maligno o sucio podía entrar.
Tenía pesadillas que le mostraban que su vida estaba en gran
peligro, ante su temor decidió comunicárselo al resto de los dioses. Frigg (que sabía leer los sueños) vio que su amado hijo iba a morir.
Odín, montado en su caballo Sleipnir, descendió cabalgando a Hela. Allí le salió al encuentro el perro ensangrentado Garm,
pero Odín logró evitarlo. Cuando llegó a unas puertas, dijo unas palabras mágicas que provocaron que, en el
fondo de un tumulto, despertara Hela;
ella se quejó, pero Odín la obligó a descifrar el sueño de su hijo. Sin
embargo, Hela lo hizo con palabras oscuras, pues estaba cansada y
quería regresar a la muerte, y la advertencia de los sueños resultó de
este modo vana.
Cada vez el sueño de Baldr se veía más y más turbado. Las pesadillas duraban tanto tiempo y
se alargaron durante tantas noches que empezaron a hacerle mella. Acabó por convertirse en
un ser obstinado y deprimido que se paseaba por Asgard sin hablar con nadie.
Cuando le preguntaban que le pasaba, él les contestaba que eran las
pesadillas; los dioses empezaron a preocuparse, y se
reunieron en el Gladsheim para discutir el problema. Hicieron una lista nombrando todos los medios posibles que podrían matar a Baldr. Cuando estuvo terminada la lista, Frigg la cogió y por el fuego, el agua, el hierro y todos los otros
metales, al igual que por las piedras, la tierra, las enfermedades, las
bestias, los pájaros, los peces y los reptiles, que ninguna de esas
cosas podría dañar a su amado hijo; la llevó a cada
uno de los rincones de los nueve mundos, haciendo prometer a cada uno de
los que estaban en la lista que no le harían daño a su hijo. Todos
juraron excepto el muérdago.
Frigg pensó que no era algo importante y amenazante para que jurase
(según otras historias, el muérdago parecía demasiado joven para jurar).
El dios Loki estaba resentido porque sus hijos Fenrir, Jörmundgander y Hela
habían sido raptados por los dioses para que no maltratasen ni a estos
ni a los humanos. Por lo tanto, Loki decidió matar a Baldr. Loki se disfrazó de anciana y se dirigió ante la diosa Frigg, y no cesó
de molestarla hasta que le reveló que la única cosa que no le prometió
no lastimar a su hijo fue el muérdago. Loki salió y se dirigió al
bosque, cogió una gran rama de muérdago e hizo una flecha de ella. Loki le dio la flecha (o lanza) hecha de muérdago a Hodr, el hermano ciego de Balder, y le ayudó a disparar el arco. La flecha de muérdago le atravesó el pecho y Baldr murió en el acto.
Otras versiones cuentan que los dioses le lanzaban todo tipo de objetos
al deprimido Balder riéndose de él, y Loki, dolido, se vistió de anciana
y le hablo a Frigg de lo sucedido, llegando ella a contarle que el
muérdago no había jurado no herir a su hijo. Seguidamente, Loki hizo una
flecha con el muérdago y engaño al hermano ciego
de Balder para disparar el arma.
Cuando Balder cayó, los dioses quedaron mudos, y no había en ellos
fuerzas para levantarlo. Nadie tomó venganza. No podían tomar venganza
sobre nadie en ese lugar, porque el lugar era sagrado. Sin embargo, por
este acto, Odín y la jotun Rindr concibieron a Vali, quien avanzó hacia la adultez en un día y asesinó a Hodr.
Baldr fue quemado ceremonialmente en su barco, Hringhorni, la mayor de todas las naves. Nanna, la esposa de Baldr, se tiró a sí misma dentro para aguardar el final del Ragnarök, donde podría reunirse con su esposo.
Frigg, en un último intento por recuperar a su hijo, prometió sus
favores a quien descendiera a Hel para recobrar a su hijo. De este modo,
tras nueve días y nueve noches de travesía, Hermod, montando en Sleipnir, llegó a Helheim para ver si Baldr podría ser resucitado. Hela
le informó que si todas las cosas del mundo lloraban por Baldur, ella
le dejaría ir. Y así lo hicieron, todas excepto una giganta llamada Thok,
quien se rehusó a llorar por el dios asesinado. Es así como Baldr debía
permanecer en el inframundo, sin emerger hasta pasado el Ragnarök,
cuando él y su hermano Hodr se reconciliarían y reinarían la tierra
junto a los hijos de Thor.
Cuando los dioses descubrieron que la giganta era en realidad Loki
disfrazado, lo cazaron y lo ataron a tres rocas. Luego ataron a una
serpiente sobre él, de la cual goteaba veneno sobre la cara del dios. Su
esposa Sigyn
juntaba el veneno en un tazón, pero de cuando en cuando debía vaciarlo,
de modo que algunas gotas del veneno caerían irremediablemente sobre
Loki, quien al retorcerse de dolor causaba terremotos. Sin embargo, se
libraría a tiempo para comenzar el ataque a los dioses en el Ragnarök.
Fuentes: Wikipedia, http://mitosyleyendascr.com/