En la mitología griega, Parténope era una sirena que dio nombre a una ciudad situada en el lugar donde posteriormente se asentó Nápoles, en Italia. A veces se identifica también con el nombre Pisínoe y se la representa tocando la lira.
Una leyenda cuenta que al principio era una hermosa joven de Frigia (Anatolia), que se enamoró de Metíoco, pero no quiso romper el voto de castidad, así que se cortó el cabello y se marchó voluntariamente a Campania (Italia). La diosa Afrodita la convirtió en sirena.
Odiseo, cuando viajaba en barco de regreso de la guerra de Troya, se encontró con las sirenas y para evitar su influjo ordenó a sus tripulantes, según consejo de Circe, que se taparan los oídos con cera para no poder escucharlas mientras que él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. De esta forma, ninguno de sus marineros sufrió daño porque no oyeron música alguna mientras que Odiseo, a pesar de que había implorado una y otra vez que lo soltaran se mantuvo junto al poste y pudo deleitarse con su música sin peligro alguno. En consecuencia, las sirenas se arrojaron al mar. El cuerpo de Parténope fue llevado por las olas hasta la playa y allí fue enterrada con múltiples honores. En su sepulcro se instaló después un templo. El templo se convirtió en pueblo, y finalmente el lugar donde fue enterrada esta sirena se transformó en la próspera Nápoles, llamada antiguamente Parténope.
Fuente: Wikipedia