jueves, 18 de junio de 2015

LA CARA DEL MORO

        Según dice la leyenda, el Califa de Alicante, tenía una preciosa hija, llamada Cántara, ya en edad casadera. Cántara tenía dos pretendientes, Almanzor y Alí, que según ellos, estaban locamente enamorados de ella, y ambos pidieron su mano.
      El Califa estaba indeciso a cuál de los dos jóvenes concedérsela, así que se le ocurrió poner a los dos jóvenes a prueba. A Almanzor le dio la misión de ir hasta las Indias y traer toda especia rara y única, Alí, tendría que construir una acequia para conducir el agua desde el Tibi hasta Alicante.
      Almanzor, empeñado en demostrar su gran amor a Cántara, se puso en marcha enseguida hacia las Indias, en cambio, Alí, no estaba tan dispuesto, si no que intentó otro camino para ganarse su amor, con poemas y alabando su gran belleza y sus cualidades, y como no, funcionó, Cántara se enamoró locamente de Alí.
     Al cabo de un tiempo, Almanzor volvió, y cumplió su parte, ofreciéndole al Califa, múltiples de valiosas especias. El Califa, ante el éxito de este, no tuvo más remedio que concederle la mano de su hija. Alí, ante la noticia de perder a su amada, no pudo soportarlo y se lanzó por un barranco poniendo fin a su vida. Cántara, destrozada ante la muerte de Alí, decidió seguirlo al más allá, y así murieron los dos amantes.
     El Califa, no soporto la perdida de su hija y murió de tristeza y, no se sabe como, tras su muerte su efigie apareció en el perfil del monte Benacantil. La corte, sorprendida ante los acontecimientos ocurridos , cambio el nombre de la ciudad y pasó a llamarse “Alicántara”, en recuerdo de los dos amantes, y ese es el origen del nombre actual de Alicante.
Monte Benacantil