domingo, 21 de junio de 2015

LA LEYENDA DE ZOBEIDA Y DIEGO

       En época de la conquista morisca, Benidorm, tenía como alcaide a Mubarak el Sabio. No se le conocía como "El Sabio", porque sí, gracias a él, moros y cristianos vivieron en armonía durante muchos años.

       Mubarak tenía solo una hija, llamada Zobeida. Él estaba muy orgulloso de su hija, había conseguido educar a una hija inteligente, hermosa y muy capaz, y al ser su única hija, era su mayor tesoro.

          Un día, mientras Zobeida paseaba por los alrededores del palacio, vio a un apuesto caballero cristiano llamado Diego. Él también se fijo en ella, se acercó, y empezaron a hablar, pasaron los días y acabaron por enamorarse perdidamente. Cuando se reunieron con Mubarak para pedirle la mano de su hija, pero, a pesar de la buena convivencia entre moros y cristianos, este, no veía la relación con buenos ojos, y le negó la mano de su hija. Diego y Zobeida, ante su negativa, no lo dudaron y decidieron escaparse una noche, bajando por el Acantilado del Mal Pas a la playa.

Playa del Mal Pas
           Pero la suerte no estuvo a su favor, mientras huían fueron descubiertos y llevados ante el Alcaide. Enfurecido porque el caballero hubiera intentado llevarse a su querida hija, decidió encerrarlo para toda la vida en la sombría mazmorra del alcázar, diciéndole: "Saldrás de este lugar cuando los campos de Benidorm se cubran de blanco", dándole entender que sería nunca, ya que allí era totalmente imposible que los campos se cubrieran de nieve.
            Pasaron los meses, y llegó la primavera, y con ella, los almendros de la zona empezaron a florecer, cubriendo todos los alrededores de blanco. Diego, pidió hablar con el Alcaide y le dijo: "Me prometisteis que cuando los campos de Benidorm se cubriesen de blanco, saldría, pues bien, los campos están blancos, os pido que cumpláis vuestra palabra". Mubarak no tuvo opción, y como hombre justo cumplió su palabra y lo liberó. Diego volvió a pedir la mano de su hija, el cuál, al final accedió a que se casara con su hija. Prefería eso a perder a su única hija.

           Los años pasaron, y Zobeida y Diego, les dieron muchos nietos al alcaide. Diego fue leal a su suegro en todo lo posible, siempre y cuando no tuviera que ver o perjudicar a su religión, así que la armonía entre las dos religiones continuo.