En la mitología griega, Estigia, Estix o Estige era una oceánide, hija de Océano y Tetis o, según Higino, hija de Érebo y Nix, justificando así su vinculación con el Hades y el ser asimilada como el espíritu femenino del odio.
Estigia presidía sobre una fuente de Arcadia cuyo curso terminaba en el infierno. Hesíodo afirma que era la mayor de las oceánides. Tuvo cuatro hijos con Palas: Niké, Cratos, Bía y Zelo. Higino añade al monstruo Escila. Apolodoro, consideran a Perséfone hija de Estigia con Zeus, de Deméter, y afirmando que siempre fue la diosa del inframundo. Pausanias afirma que también fue madre de Equidna con Peiras.
Durante la guerra de los olímpicos con los titanes,
Estigia siguió el consejo de su padre y fue la primera entre los
inmortales en ofrecer su ayuda a Zeus. Como recompensa, éste la colmó de
honores, recibió a sus hijos en su séquito e hizo que su nombre fuera
sagrado, prestando por él los dioses sus más solemnes juramentos. Cuando
un dios prestaba juramento en su nombre, Iris
llenaba una copa de oro con su agua. Quien abjurase bebía esta agua,
perdiendo la voz y la respiración durante un Gran Año, es decir, nueve
años, y era excluido otros nueve de las reuniones y banquetes de los
dioses.
El propio Zeus juró dar a Sémele
lo que ella le pidiese y así fue obligado a mostrarse en todo su
esplendor, provocando los rayos que desprendía su irremediable muerte. Helios también juró a Faetón lo que quisiera, y éste pidió conducir su carro, lo que a la postre terminaría con su vida. Se decía que los Alóadas
rompieron un juramento prestado por Estigia y tuvieron que aceptar un
castigo ejemplar: permanecer unidos por la espalda para siempre, en el
viento y las tinieblas.