En la mitología griega, Gelánor fue un rey de Argos. Era hijo de Esténelas, a quien sucedió en el trono.
Fue el último de los descendientes de Agénor en reinar en Argos. Gelánor acogió a Dánao, que no era griego, y a sus hijas cincuenta hijas, las danaides, que venían de Egipto. Dánao inmediatamente consiguió el favor de los argivos, por lo que se inició una disputa por la posesión del reino. El pueblo decidió posponer la decisión hasta el día siguiente. Ese día un lobo atacó un rebaño de vacas que estaban pastando delante de la muralla de la ciudad. El lobo luchó contra el toro. Los argivos, que vieron la pelea como un presagio divino, asociaron el toro con Gelánor y el lobo con Dánao porque ese animal no vive con los hombres y Dánao hasta ese momento no había vivido entre ellos. Como el lobo venció al toro, los argivos otorgaron el reino a Dánao.
Según otra versión, Gelánor entregó su reino a Dánao aconsejado por un oráculo. Cuando las danaides asesinaron a sus maridos, Gelánor quiso venderlas como esclavas, pero Dánao y los dioses le disuadieron.
Otra versión habla de una gran sequía en Argos. Dánao propuso a Gelánor la construcción de un gran depósito para abastecer de agua a Argos. Creando una gran cadena humana en la que las cincuenta danaides colaboraron, Dánao trajo el agua de Lerna a Argos. Gelánor quedó tan agradecido a Dánao que, careciendo de descendencia, lo convirtió en su sucesor.
Fuente: Wikipedia