En la mitología egipcia, Isis es una de las principales diosas, cuyo culto se extendió por todo el mundo grecorromano. Aparece por primera vez durante el Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.) como uno de los principales personajes del mito de
Osiris, en el que resucita a su esposo asesinado, el divino rey Osiris, y engendra y protege a su heredero, Horus. Se creía que ayudaba a los muertos a entrar en la otra vida como había ayudado a Osiris y se la consideraba la madre divina del faraón, a quien se le identificaba con el dios Horus. En un principio desempeñó un papel limitado en los rituales reales y en los ritos de los templos egipcios, aunque fue más prominente en los ritos funerarios y en los textos mágicos.
En el primer milenio antes de Cristo, Osiris e Isis se convirtieron en las deidades egipcias más adoradas, e Isis asumió características de muchas otras diosas. Su poder mágico era mayor que el de todos los demás dioses y se decía que protegía al reino de sus enemigos, gobernaba los cielos y el mundo natural y tenía poder sobre el propio destino.
Durante el período helenístico (323-30 a. C.), cuando Egipto fue gobernado y colonizado por los griegos, era adorada por los griegos y los egipcios, junto con un nuevo dios, Serapis. Su culto se difundió por todo el mundo mediterráneo. Los devotos griegos de Isis le atribuyeron características tomadas de las deidades griegas, como la invención del matrimonio y la protección de los barcos en el mar y mantuvo fuertes vínculos con Egipto y otras deidades egipcias que eran populares en el mundo helénico, como Osiris y Harpócrates. Como la cultura helenística fue absorbida por Roma en el siglo I a. C., el culto a Isis pasó a formar parte de la religión romana. Sus seguidores desarrollaron fiestas propias como la
Navigium Isidis, así como ceremonias de iniciación parecidas a las de otros cultos mistéricos grecorromanos. Algunos de sus devotos decían que abarcaba todos los poderes divinos femeninos del mundo.
Su culto terminó con el ascenso del cristianismo en los siglos IV y V d. C. y puede haber influido en las creencias y prácticas cristianas, como la veneración a María, pero la evidencia de esta influencia es ambigua y a menudo controvertida. Isis sigue manifestándose en la cultura occidental, particularmente en el esoterismo y el neopaganismo, a menudo como personificación de la naturaleza o como el aspecto femenino de la divinidad.
El ciclo del mito sobre la muerte y resurrección de Osiris se recogió por primera vez en los
Textos de las Pirámides y se convirtió en el más elaborado e influyente de la mitología egipcia. Isis juega un papel más activo en este mito que los demás protagonistas, por lo que a medida que se desarrolla en la literatura desde el Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.) hasta el período ptolomaico (305-30 a. C.), se convierte en el personaje literario más complejo de todas las deidades egipcias. Al mismo tiempo, asimiló características de muchas otras diosas.
Isis es parte de la Enéada de Heliópolis, una familia de nueve dioses descendientes del dios creador, Atum o
Ra. Junto a sus hermanos, Osiris,
Seth y Neftis, son la última generación de la Enéada, nacidos de Geb, dios de la tierra, y Nut, diosa del cielo. El dios creador, el gobernante original del mundo, transmite su autoridad a través de las generaciones masculinas de la Enéada, para que Osiris se convierta en rey. Isis, que es la esposa y hermana de Osiris, es su reina.
Seth mata a Osiris y, en algunas versiones del relato, desmembra su cadáver. Isis y Neftis, junto con otras deidades como
Anubis, buscan los trozos del cuerpo de su hermano y lo recomponen. Según algunos textos, también deben proteger el cuerpo de Osiris de más profanaciones por parte de Set o sus sirvientes. Isis es la personificación de una viuda de luto. El amor y el dolor de Neftis y ella por su hermano ayudan a devolverle la vida, junto con la recitación de palabras mágicas por parte de Isis. Finalmente, Isis devuelve el aliento y la vida al cuerpo de Osiris y copula con él, concibiendo a su hijo, Horus. A partir de este momento, Osiris solo vive en la
duat, o
inframundo. Además al engendrar un hijo y un heredero para vengar su muerte y llevar a cabo ritos funerarios por él, Isis se ha asegurado de que su marido perdurará en la otra vida.
Ayudaba a restaurar la integridad de las almas de los seres humanos fallecidos, como lo había hecho con Osiris. Al igual que otras diosas, como Hathor, también actuó como madre de los difuntos, proporcionando protección y alimento. Al igual que Hathor, a veces adoptó la forma de Amentit, la diosa de Occidente, que acogía al alma fallecida en la otra vida como si fuera su hijo. Pero durante gran parte de la historia egipcia, se creía que las deidades masculinas como Osiris proporcionaban los poderes regenerativos, incluida la potencia sexual, que eran cruciales para el renacimiento. Se creía que Isis sólo contribuía estimulando este poder. Los poderes divinos femeninos se hicieron más importantes en las creencias de la vida después de la muerte en el Imperio Nuevo.
Hay indicios de que Hathor fue considerada originalmente como su madre, y otras tradiciones consideran que una forma más antigua de Horus es el hijo de Nut y hermano de Isis y Osiris. Puede que Isis solo se convirtiera en la madre de Horus cuando el mito de Osiris tomó forma durante el Imperio Antiguo, pero a través de su relación con él llegó a ser vista como el paradigma de la devoción maternal.
Los Textos de los sarcófagos del Imperio Medio (c. 2055-1650 a. C.) relatan que los llamados «Cuatro hijos de Horus», deidades funerarias que se creía protegían los órganos internos de los difuntos, eran los descendientes de Isis y la forma más antigua de Horus. En la misma época, Horus se sincretizó con el dios de la fertilidad Min, por lo que Isis era considerada como la madre de Min. Se decía que fecundaba a su madre para engendrarse a sí mismo, por lo que Isis también era considerada como consorte de Min.
Amón, la deidad egipcia más importante durante los imperios Medio y Nuevo, también asumió la figura de Kamutef, y cuando estaba en esta forma, Isis actuaba a menudo como su consorte. Apis, un toro que fue adorado como un dios viviente en Menfis, se decía que era el hijo de Isis, engendrado por Osiris.
Sus acciones para proteger a Osiris de Seth se convirtieron en parte de un aspecto más belicoso de su personalidad. Los textos funerarios del Imperio Nuevo la representan en la barca de Ra mientras navega por el inframundo, actuando como una de las varias deidades que someten al archienemigo de Ra, Apep. En su templo ptolemaico de File, situado cerca de la frontera con los pueblos nubios que invadieron Egipto, se la describió como la protectora de toda la nación, más eficaz en la batalla que «millones de soldados», apoyando a los reyes ptolemaicos y a los emperadores romanos en sus esfuerzos por someter a los enemigos de Egipto.
Muchas historias sobre Isis aparecen como prólogos de textos mágicos que describen acontecimientos míticos relacionados con el objetivo que el hechizo pretende alcanzar. En un hechizo, crea una serpiente que muerde a Ra, que es mayor y más viejo que ella, y lo enferma con su veneno. Le ofrece curarlo si él le dice su secreto nombre verdadero, un elemento de conocimiento que lleva consigo un poder incomparable; Ra le dice su nombre, que ella transmite a Horus, reforzando su autoridad real.
Pasajes de los Textos de las Pirámides la vinculan estrechamente con Sotis, la diosa que representa a la estrella Sirio, cuya relación con su marido Sah (la constelación de
Orión) y su hijo Sopdu es paralela a las relaciones de Isis con Osiris y Horus. El orto helíaco (primera aparición de la estrella por el horizonte) de Sirio, justo antes del inicio de la crecida del Nilo, le otorgó una relación con el desbordamiento y la consiguiente mejora de las cosechas. Isis también estaba vinculada a la crecida, que a veces se equiparaba con las lágrimas que derramaba por Osiris. En la época ptolemaica estaba ligada a la lluvia; al sol como protector de la barca de Ra; y a la luna, porque estaba vinculada a la diosa griega
Artemisa por una conexión compartida con
Bastet, la diosa egipcia de la fertilidad.
Como otros dioses a lo largo de la historia egipcia, adoptó muchas formas en sus centros de culto individuales y cada centro de culto enfatizaba diferentes aspectos de su carácter. Los cultos locales de Isis se centraban en los rasgos distintivos de su deidad más que en su universalidad, mientras que algunos himnos egipcios a Isis tratan a otras diosas en centros de culto de todo Egipto y el Mediterráneo como manifestaciones de ella.
En el arte egipcio se la representaba con un vestido envolvente, un bastón de papiro en una mano y un signo de anj en la otra. Su tocado original era el signo del trono que se usaba para escribir su nombre. Aparece a menudo junto a Neftis, sobre todo cuando llora la muerte de Osiris, sosteniéndolo en su trono, o protegiendo los sarcófagos de los muertos. En estas situaciones, a menudo sus brazos se cruzan sobre sus rostros, en un gesto de luto, o se extienden alrededor de Osiris o de los difuntos como signo de su papel protector. En estas circunstancias se representaban como milanos o mujeres con alas de milanos. Esta forma puede estar inspirada en una similitud entre las llamadas de los milanos y los gritos de las mujeres que lloran, o en una metáfora que compara la búsqueda de carroña de estas aves con la búsqueda de su hermano muerto por parte de las diosas. A veces aparecía con otras formas animales: como cerda, representando su carácter maternal; como vaca, sobre todo cuando estaba ligada a Apis; o como escorpión. También adoptó la forma de un árbol o de una mujer que emerge de un árbol, ofreciendo a veces alimento y agua a las almas fallecidas. Esta forma aludía a la alimentación materna que ella proporcionaba.
Los reyes griegos de la
dinastía ptolemaica, que gobernaron Egipto como faraones desde el año 305 hasta el 30 a. C., desarrollaron una ideología que los vinculaba tanto con los dioses egipcios como con los griegos, para fortalecer su derecho al trono ante sus súbditos griegos y egipcios.
Herodoto, la comparó con
Deméter, cuya mítica búsqueda de su hija
Perséfone se asemejaba a la búsqueda de Osiris por parte de Isis. En otros casos estaba vinculada con
Afrodita a través de los aspectos sexuales de su personalidad. Sobre la base de estas tradiciones, los dos primeros Ptolomeo promovieron el culto al nuevo dios Serapis, que combinaba aspectos de Osiris y Apis con los de dioses griegos como
Zeus y
Dioniso. Isis, fue considerada como la consorte tanto de Serapis como de Osiris.
Ptolomeo II y su hermana y esposa
Arsínoe II crearon un culto real en torno a ellos, de modo que eran adorados en los mismos templos que Serapis e Isis, y Arsínoe fue equiparada tanto a Isis como a Afrodita. Algunas reinas ptolemaicas posteriores se identificaron todavía más con Isis. En el siglo II a. C.
Cleopatra III utilizaba el nombre de Isis en lugar del suyo en las inscripciones y
Cleopatra VII, la última gobernante de Egipto antes de que fuera anexionada por Roma, utilizó el epíteto «la nueva Isis».
Con el tiempo Isis fue teniendo sus propios festivales. En la época romana, los egipcios de todo el país celebraban su cumpleaños, la Amesysia, llevando su estatua de culto local a través de los campos, probablemente en celebración de sus poderes de fertilidad. Los sacerdotes de File celebraban un festival cada diez días cuando la estatua de culto de Isis visitaba la vecina isla de Bigeh, de la que se decía que era el lugar donde estaba enterrado Osiris y los sacerdotes realizaban ritos funerarios en su honor. La estatua de culto también visitaba los templos vecinos al sur, incluso durante los últimos siglos de actividad en File, cuando esos templos eran administrados por pueblos nubios fuera del dominio romano.
A diferencia de muchas deidades egipcias, a Isis rara vez se le rezaba o se la invocaba por su nombre antes de finales del Imperio Nuevo. A partir del Período Tardío (c. 664 a. C.) se convirtió en una de las deidades más comúnmente mencionadas, que a menudo se refieren a su carácter amable y a su disposición a responder a aquellos que le piden ayuda.
Los griegos consideraban la religión egipcia exótica y a veces extraña, pero cargada de sabiduría antigua. Como otros cultos de las regiones orientales del Mediterráneo, el culto de Isis atrajo a griegos y romanos aprovechando sus orígenes exóticos, pero la forma que tomó después de llegar a Grecia fue notablemente helenizada.
Su culto, no tenía un dogma rígido y sus creencias y prácticas pueden que solo fueran relativamente similares a medida que se difundían por toda la región y evolucionaran con el paso del tiempo.
Fuente: Wikipedia