domingo, 2 de agosto de 2015

LA XANA GALINDA

         Se dice que por los años 790 a 800 d.C, reinaba en la monarquía asturiana Mauregato. Los reyes sucesores de Alfonso I de Asturias, tuvieron que soportar la presión de los musulmanes. Mauregato, ante la presión musulmana, se comprometió a entregarles cien doncellas cada año; siempre las más bellas del lugar, a cambio de vivir en paz.

        Cuando se acercaba la fecha de cumplir el trato, los soldados del rey elegían a las jóvenes más hermosas y se las llevaban a la fuerza. En un pueblo llamado Illés, encontraron a una bella niña, Galinda, quien huyó cuando vio que se acercaban los soldados, escondiéndose cerca de una fuente. Vio que los soldados se estaban acercando, pero de pronto, escuchó una voz que le decía:
          -“Si quieres ser mi xana, vivirás días dichosos”
          -“¿Y qué debo hacer para ello?”, dijo la joven. 
          -“Bebe un sorbo de mis aguas y te encontrarás libre de peligro.” 

       Galinda, viéndose acorralada, obedeció y observaba cómo los soldados la buscaban por todos lados hasta que se cansaron y regresaron a casa. Pero al llegar el nuevo día, los soldados reanudaron su búsqueda. Empezaron cerca de la fuente y se encontraron con algo que no se esperaban, Galinda se había transformado en una hermosa xana; aún más hermosa que antes y también miraban cómo peinaba sus cabellos en el borde de la fuente. Los soldados se lanzaron sobre ella pero, al instante, sólo con su mirada, los convirtió en corderos.

         El rey, al ver que sus soldados aún no habían regresado, salió en su busca con otro regimiento y se encontró con la xana. 
          -“¿Dónde están mis soldados?”, le gritó. 
          -“¿Qué soldados? ¿Te refieres a esos corderos?” 

        El rey se volvió, y comprobó cómo los soldados que le seguían también se habían convertido en corderos. Atemorizado por el poder de la xana, le suplicaba que dejara libres a sus soldados; que cumpliría lo que ella le mandara. 
        -“Yo libero a tus soldados y, a cambio, tú romperás tu trato con los moros y nunca más entregarás a una joven asturiana. Si no lo haces así, cada vez que un soldado toque a una asturiana se convertirá en cordero; aunque te quedes sin hombres.”

        El rey accedió arrepentido, rompió su pacto con los musulmanes y comprobó como el rebaño de corderos se convertía de nuevo en sus obedientes soldados. Nunca más los asturianos volvieron a temer que los soldados se llevaran a sus hijas, porque las protegía la xana de la fuente.

Si ves una hermosa fuente, ten cuidado, seguro habrá una hermosa Xana
 Fuentes: Wikipedia, Wiccareencarnada