Hace más de dos mil años, los Griegos creían que el dios Zeus colocó la figura de un león gigante en el cielo junto al resto de las estrellas. Este león vivía en la ciudad de Nemea.
Se le suele considerar hijo de Tifón y Equidna o de Ortos y Quimera, aunque también se ha dicho que habría caído desde la luna, como hijo de Zeus y Selene.
Las personas que vivían en esa región estaban aterrorizados por el
león de Nemea. Varias veces trataron de destruir a la bestia. El rey Euristeo envió a Heracles para matar al león, y así liberar a los ciudadano. Heracles era un hom bre increíblemente fuerte. Los
Romanos lo llamaban Hércules.
Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus
flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de
la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. Así que sólo se le ocurrió una manera, arrinconó la bestia y lo mató
estrangulándolo con sus propias manos. Estando muerta la bestia,
Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea,
disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores
herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león, utilizándola como armadura y su cabeza en yelmo.
León de Nemea |
Fuentes: Wikipedia, Ventanas al Universo