En la mitología griega, Daunio era un príncipe arcadio, hijo de Licaón, el rey que fue convertido en lobo por ofrecer sacrificios humanos a Zeus.
Era un príncipe que destacaba por su impiedad, hasta tal punto que el mismo Zeus se dirigió a su palacio, disfrazado de mendigo o de agricultor, para comprobar si eran ciertos los rumores sobre sus atrocidades. Habiendo presenciado signos sobre la divinidad de su huésped, los hijos de Licaón decidieron asesinar a uno de sus hermanos (Níctimo) y servírselo de cena, mezclado con entrañas de animales, para así comprobar si era o no un dios. Pero Zeus, dándose enseguida cuenta de lo abominable del manjar, devolvió a la vida a Níctimo y fulminó con sus rayos a sus asesinos, o bien los convirtió en lobos.
Sin embargo, Daunio parece que no tuvo mucha implicación en el asesinato de su hermano y la posterior ofrenda sacrílega, por lo que Zeus le perdonó la vida. Otra versión afirma que cuando el dios iba a fulminarlo con su rayo Gea detuvo su brazo, salvando así a los malvados licaónidas.
Junto con sus hermanos Yápige y Peucetio, Daunio huyó al sur de Italia, acompañado de un ejército de ilirios al mando del general Mesapio. Allí vencieron al pueblo autóctono (los ausonianos) y se dividieron el país entre los tres hermanos. A Daunio le correspondió la región del sudeste, cerca de la península de Gargano, cuyos habitantes fueron llamados los daunios en su honor.
Fuente: Wikipedia