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| Psique. John William Waterhouse. 1903 | 
     Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. El rumor sobre su belleza se esparció por todos los lados.
     Afrodita, celosa de su belleza, envió a su hijo Eros para que le lanzara una flecha que la haría enamorarse del hombre más 
horrible y ruin que encontrase. Pero, Eros, nada más verla, se enamoró de ella y 
lanzó la flecha al mar; cuando Psique se durmió, se la llevó volando 
hasta su palacio.
     Para evitar la ira de su madre, una vez que tiene a Psique en su 
palacio, Eros se presenta siempre de noche, en la oscuridad, y prohíbe a
 Psique cualquier indagación sobre su identidad. Cada noche, en medio de
 la oscuridad, se amaban. Una noche, Psique le contó a su amado que 
echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero 
también le advirtió que sus hermanas querrían acabar con su dicha. 
     A la 
mañana siguiente, Psique estuvo con sus hermanas, que le preguntaron, 
envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de 
explicarles cómo era su marido, puesto que jamás lo había visto, titubeó
 y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó confesando 
la verdad: que realmente no sabía quién era. Así, las hermanas de Psique
 la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y 
observara a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría ocultar 
su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende una lámpara 
para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo cae sobre la cara de Eros dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante.
     Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho, ruega a Afrodita que 
le conceda recuperar el amor de Eros, pero la diosa, rencorosa, le 
ordena realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de 
recuperar a su amante divino. Como cuarto trabajo, Psique tenía que ir al Inframundo y pedir a Perséfone,
 la reina del inframundo, un poco de su belleza que Psique guardaría en 
una caja negra que Afrodita le dio, ya que la hermosura del inframundo 
es mortal al tacto humano. Psique subíó a una torre, decidiendo que el 
camino más corto al inframundo sería la muerte pero una misteriosa voz 
la detuvo en el último momento y le indicó una ruta secreta que le 
permitiría entrar y regresar aún estando con vida, además de aconsejarle
 cómo engañar al perro Cerbero, contentar a Caronte
 y cómo cruzar los otros peligros de dicho sendero. Siguiendo las 
indicaciones, Psique apaciguó a Cerbero con un pastel de cebada y pagó a 
Caronte un óbolo para que le llevase al Inframundo. En el camino, vio manos 
que salían del agua. Una voz le dijo que les tirase un pastel de cebada,
 pero ella rehusó. Una vez allí, Perséfone conmovida por su hazaña, dijo
 que estaría encantada de hacerle el favor a Afrodita. Una vez más pagó a
 Caronte y le dio el otro pastel a Cerbero para volver.
     Psique abandonó el inframundo y decidió abrir la caja y tomar un poco
 de la belleza para sí misma, pensando que si hacía esto, Eros le amaría
 con toda seguridad. Para su sorpresa del interior brotó un «sueño 
estigio», o sea un vapor narcótico que sume en la amnesia a los muertos 
cuando llegan al Hades. Eros, que la había perdonado y seguido en 
secreto por su aventura, voló hasta su cuerpo y limpió el sueño de sus 
ojos, suplicando entonces a Zeus y Afrodita su permiso para casarse con 
Psique. Estos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique. Afrodita, 
olvidando sus rencores bailó en la boda de Eros y Psique, y fruto de su 
unión tuvieron una hija llamada Hedoné (para los griegos) o Voluptas (para la mitología romana), la personificación del placer sensual y el deleite.
